terça-feira, 30 de agosto de 2011

La razón por la que nos odian los egipcios

29 agosto 2011, Rebelión http://www.rebelion.org (México)

Gideon Levy

Haaretz. Traducido para Rebelión por J. M.

La bandera israelí que fue tomada por un joven egipcio de la ventana de la embajada de Israel en El Cairo estaba deteriorada y gastada, desplegada en una antigua torre de oficinas anodinas e invisibles desde la calle a simple vista. Una gran cantidad de agua turbia ha fluido a través del Nilo desde la primera vez que se izó una bandera israelí. Quienes piensan que el odio a Israel que ahora bulle es un decreto divino, es el destino o la ira de la naturaleza, debería retrotraerse a los primeros días que siguieron a la firma del tratado de paz entre Israel y Egipto. En la década de los 80, decenas de miles de israelíes visitaron Egipto y fueron recibidos con manifiesta alegría. Era un placer ser un israelí en El Cairo en aquellos días, a veces incluso un gran honor.

Las masas que se manifestaban ahora contra Israel ahora son las mismas masas que una vez dieron la bienvenida a los israelíes. Incluso si el viernes la marcha de "un millón de personas manifestándose" contra Israel hubiera sido solamente de mil, el odio ha despertado. Pero no es necesario que así sea.

El hecho de que no siempre ha sido de esta manera debe de ser motivo de reflexión en Israel. Pero como siempre, la pregunta de por qué no se discute aquí. ¿Por qué hay terrorismo? Porque. ¿Por qué existe allí el odio? Porque. Es mucho más fácil pensar que Egipto nos odia y ya está, y deshacernos de nuestra propia responsabilidad. La paz con Egipto, que se considera un activo sólo cuando está en riesgo, es la paz con la que Israel jugó y violó desde el principio. Israel se comprometió a reconocer los derechos legítimos del pueblo palestino y la concesión de una autonomía dentro de los cinco años de la firma. Israel condujo ridículas negociaciones encabezadas por su ministro del Interior (Yosef Burg) con la intención de que se diluyan y nunca se enfrentó a sus obligaciones. La invasión del Líbano el día después de que se completara el tratado en 1982 fue peligrosa e impertinente. Contra todos los pronósticos, Egipto resistió este cebo.

Las personas que se preguntan por qué nos odian los egipcios deben recapacitar sobre estas dos acciones fundamentales que Israel llevo a cabo. La memoria pública puede ser de corto alcance, pero el odio no. Desde entonces se han atizado las llamas. La gente que quiere entender por qué nos odian los egipcios deben recordar las escenas de la operación plomo fundido y las del blindaje de plomo, el bombardeo de Beirut y los cañoneos sobre Rafah. Si los israelíes estuvieran expuestos a escenas en las que algún país actúa de la misma manera con los judíos, también se despertaría en nosotros ese mismo odio hacia ese país. Las masas árabes vieron imágenes terribles y creció su odio.

Ese odio cobró un significado definitivo con la llegada de la primavera árabe. Las reglas del juego en el nuevo Oriente Medio cambiaron. Los acuerdos de paz y alto el fuego que los antiguos tiranos de Egipto, Siria y Jordania celebraron con mucho crujir de dientes ya no se podían conservar en los regímenes democráticos o democráticos parcialmente. A partir de ahora la gente habla, ya no ampararan la conducta violenta o colonialistas hacia los árabes y sus líderes tienen que tomar esto en consideración. La ocupación, y la exagerada demostración de fuerza de Israel como respuesta a los ataques terroristas, se están poniendo a prueba frente a los pueblos, y no sólo frente a sus gobernantes.

Hay un lado positivo en todo esto y es que puede frenar a Israel, como ya se ha visto recientemente con respecto a Gaza. Si no fuera por el nuevo Egipto, quizá ya estaríamos en medio de la Operación Plomo Fundido 2. Pero en el largo plazo esto no será suficiente para detener a nuestras fuerzas y apagar nuestro fuego.

Cada vez es más agotador reiterar esto, pero ahora es más cierto que nunca: Israel ya no tiene la opción de vivir sólo por la espada. Los peligros inherentes a la nueva realidad que está emergiendo ante nuestros ojos no son del tipo de proezas militares que se puedan sostener por años. Ya no nos podemos resguardar para siempre detrás de una fortaleza, no importa cuán protegida y armada esté. Los nuevos líderes árabes no podrán hacer caso omiso de los deseos de sus pueblos, y sus pueblos no aceptan a Israel como un ocupante violento en la región. No sólo una Operación Plomo Fundido se ha vuelto casi imposible, la continuación de la ocupación pone en peligro a Israel y cuanto más dure, mayor será la resistencia a la existencia misma de Israel.

No es difícil imaginar cuan diferentes podrían ser las cosas. Es suficiente recordar los primeros días de paz con Egipto, o los primeros días de Oslo, hasta que los árabes reconocieron el fraude. No es difícil imaginar los acuerdos de paz que pueden llegar al final de la ocupación y en respuesta a la iniciativa de paz árabe. La única manera es crear un nuevo Israel a los ojos del nuevo mundo árabe. Sólo si esto ocurre podemos regresar al mercado de El Cairo, Khan el-Khalili, y que nos acepten allí. No nos perdamos en palabras sobre otra alternativa, no existe para Israel.

Fuente: http://www.haaretz.com/print-edition/opinion/the-reason-why-the-egyptians-hate-us-1.381074

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