2011ko abuztuaren 11a, Gara http://www.gara.net (Euskal Herria/País Basco)
Las protestas sociales que se han multiplicado en los últimos días en el Estado de Israel están siendo aprovechadas por los colonos, que exigen más construcción en los territorios ocupados palestinos como receta para los problemas de vivienda en Tel Aviv.
Los colonos judíos están aprovechando las protestas sociales de los indignados contra la carestía de la vivienda en el Estado de Israel para proponer lo que consideran la mejor solución: aumentar la colonización de los territorios palestinos ocupados para abaratar las hipotecas de los israelíes. Cuando el movimiento de protesta social se inició en Tel Aviv, pilló por sorpresa a distintos sectores del país, como los colonos, los ultra ortodoxos o los árabes, que dudaban si debían unirse o no a la lucha de lo que consideraban jóvenes, blancos, de clase media, judíos, laicos y nacionalistas, que poco o nada tenían que ver con su grupo social. Pero no ha pasado mucho tiempo hasta que los colonos han visto un filón en la creciente indignación de las clases medias, que reclama un mayor acceso a la vivienda, y tratan de llevar la discusión a su terreno.
Si bien los representantes de los colonos judíos en Cisjordania no han tomado una postura oficial, los principales rabinos del nacionalismo religioso y figuras destacadas de la ultraderecha han puesto sobre la mesa su solución a la carestía de los pisos: levantarlos sobre el territorio ocupado a los palestinos. «Gracias a que hay 350.000 personas que viven en Judea y Samaria (nombres bíblicos con los que los sionistas denominan a Cisjordania) los precios de las casas en Israel son más bajos. Si nos sacan de aquí (como se prevé en el caso de la firma de un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos), se incrementarían desmesuradamente los precios en las ciudades», advierte Roni Arzi, portavoz del consejo de colonos Yesha.
Según él, uno de los problemas que están detrás de la subida de los precios del ladrillo es que «el Gobierno (de Benjamín Netanyahu) ha paralizado en los dos últimos años la concesión de nuevas licencias de construcción» en Cisjordania, fundamentalmente por presiones de la comunidad internacional. Sin embargo, desde que se iniciaron hace tres semanas los campamentos de indignados en las principales ciudades del país, el Gobierno israelí ha hecho dos anuncios de aprobación de nuevas viviendas en territorios palestinos.
Más colonias
El Comité de Planificación del Ministerio de Interior dio luz verde hace una semana a la edificación de 930 casas en la colonia judía de Har Homa, ubicada cerca de Belén, en una medida que el ministro de Interior, Eli Yishai, vinculó directamente a la protestas sociales. «Seguimos construyendo en Jerusalén (Israel considera la colonia ilegal como parte del distrito municipal de la ciudad) como lo hacemos en todo el país. La crisis inmobiliaria es seria y no debemos detener proyectos», señaló Yishai.
El anuncio, que sigue a otro similar en julio para levantar 336 casas en las colonias de Betar Ilit y Karnei Shomron, ha sido duramente criticado por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y por ONG pacifistas israelíes que piden el fin de la ocupación. El jefe negociador palestino, Saeb Erekat, condenó «en los términos más firmes la aprobación de las nuevas viviendas ilegales» en Har Homa, que consideró «una prueba de que Israel quiere convertir la ocupación en una anexión efectiva».
Por su parte Hagit Ofran, directora del seguimiento de las colonias en la ONG Shalom Ajshav (Paz Ahora, en hebreo) acusó al Ejecutivo de Netanyahu de «estar usando cínicamente la urgente necesidad de vivienda y empujando a los israelíes a mudarse a asentamientos por motivos económicos, en vez de construir dentro de Israel».
Influyentes rabinos del sionismo religioso (que considera que la Tierra de Israel debe ocupar todo el territorio entre el río Jordán y el Mediterráneo) han pedido a Netanyahu que «solucione el problema de la vivienda construyendo masivamente en Judea y Samaria, lo que reduciría los precios de los apartamentos».
Ana CÁRDENAS
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